domingo. 28.04.2024

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El Partido Socialista ha obtenido en las elecciones autonómicas del domingo en Galicia 46.059 votos menos que en la última convocatoria. 46.059 votos menos, un mal resultado.

Tal resultado ha merecido por parte de adversarios políticos y mediáticos los siguientes epítetos: cataclismo, derrumbe, descomposición, hecatombe, disolución, luto… “Luto”, como si alguien hubiera muerto. Pelín sobreactuado, reconózcase.

46.059 son muchos votos menos. Porque representan una derrota electoral relevante. Primero en Galicia, donde se frustra el cambio deseado, con un PSOE que se consolida como tercera fuerza, con una derecha fortalecida y un nacionalismo en auge. Mal resultado también en el conjunto de España, en la medida en que Galicia importa, como importan los demás territorios.

Mal resultado, sí. Derrota, también. Cataclismo, derrumbe y descomposición del PSOE, eso no. Esas son exageraciones propias del relato de la derecha política y mediática, interesada en aprovechar cada oportunidad para hacer daño al Gobierno y a su Presidente.

Se frustra el cambio deseado, con un PSOE que se consolida como tercera fuerza, con una derecha fortalecida y un nacionalismo en auge

El PSOE sigue gobernando España, porque así lo han querido los españoles. Acaba de obtener una investidura parlamentaria por mayoría absoluta en primera vuelta. Es el partido que en mayor medida vertebra el país (ya quisiera el PP tener el 14% de los votos en las regiones más adversas). Mantiene una presencia municipal vigorosa.

El PSOE es el partido socialdemócrata europeo con mayores apoyos populares (ya quisieran los socialdemócratas alemanes o franceses o italianos contar con el 30% de los votos). Es el partido de Gobierno con más respaldo popular entre las grandes naciones europeas (ya quisieran los partidos de ScholzMacronMeloni o Sunak). Y más de un 41% de los españoles prefiere a Pedro Sánchez al frente del Gobierno, por poco más de un 25% que opta por Feijóo, conforme reflejan los estudios del CIS más recientes.

De debacle y de derrumbe, nada

Es obligado dar respuestas a la situación, evidentemente. Respuestas, sí. Flagelarse, fustigarse o azotarse, no, porque esto es propio de los enemigos. Críticas a los propios en público, tampoco, porque esto es más propio de los adversarios.

Crítica viene de “crisis”, por lo que la autocrítica equivale a adjudicarse la crisis a uno mismo. No parece inteligente. La RAE, además, define la crítica como el adjetivo inclinado a enjuiciar hechos y conductas de forma desfavorable. Dejemos el juicio público desfavorable a la oposición. Si no, ¿a qué otra cosa van a dedicar el tiempo en la larga legislatura que les espera?

Lo que corresponde en el PSOE es un diagnóstico serio, un análisis útil, y tomar decisiones para corregir las debilidades que se han puesto de manifiesto. Para esto hacen falta estrategia, trabajo y recursos. No sé cómo ayuda en esta tarea autocriticarse ante los micrófonos del adversario…

¿Qué ha ocurrido en Galicia? No parece muy difícil de ver. La derecha, que siempre ha sido muy fuerte en Galicia, lo sigue siendo. El porcentaje de votos que suman PP y Vox ha pasado del 49,99% en 2020 al 49,55% en 2024, prácticamente el mismo, algo a la baja. Sabían lo que se jugaban y ante la buena progresión de la campaña de nacionalistas y socialistas, pusieron toda la carne en el asador, incluido el juego sucio. Porque juego sucio es repartir dinero a sanitarios y mariscadores a pocos días de las elecciones. Nada nuevo, pues.

El PSOE es el partido socialdemócrata europeo con mayores apoyos populares, ya quisieran los socialdemócratas alemanes o franceses o italianos contar con el 30% de los votos

Interpretar que el PP ha estado fuerte este domingo en Galicia como respuesta del electorado a la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez es ridículo, porque solo se sostiene ignorando las sucesivas mayorías absolutas de la derecha gallega desde la Transición, de Fraga al propio Feijóo, mucho antes de la irrupción del “sanchismo”.

Ha ocurrido que la imagen del cambio la representaba Pontón en mayor medida que Besteiro y que, por tanto, el voto útil se aglutinó en torno a la primera. ¿Por qué? Porque Pontón llegó antes, porque ejerció como jefa de la oposición durante cuatro años, y porque ha hecho un discurso más socialdemócrata que nacionalista, por cierto.

Ha ocurrido que el PSOE ha presentado un buen candidato y buenas candidaturas en cada provincia, pero partiendo de la tercera posición y con menos recorrido que los demás ante el electorado. Los socialistas gallegos han planteado un buen programa y una campaña propositiva e ilusionante. Pero los dos factores anteriores han pesado más en la decisión final de los electores, claramente.

¿Qué es lo que no ha ocurrido?

No ha ocurrido que el Gobierno de España se derrumba ante el empuje imparable de las derechas patrias desde el noroeste. Cuando se les pase la euforia, se darán de bruces con la dura realidad de que ellos siguen en la oposición y Sánchez sigue gobernando con el apoyo de la mayoría de la representación ciudadana.

No ha ocurrido que el liderazgo de Pedro Sánchez en el PSOE ha perjudicado las expectativas electorales de los socialistas gallegos, porque se da la circunstancia fácilmente comprobable de que Sánchez obtuvo en la misma Galicia, hace solo unos meses, en elecciones generales, más del doble de los votos obtenidos por el mismo partido en estas autonómicas.

Sánchez obtuvo en la misma Galicia, hace solo unos meses, en elecciones generales, más del doble de los votos obtenidos por el mismo partido en estas autonómicas

No ha ocurrido que el electorado gallego ha dado la espalda a los acuerdos de Sánchez con nacionalistas e independentistas sobre indultos y amnistías, por la sencilla razón de que la formación política que más ha crecido en estas elecciones ha sido precisamente una formación nacionalista, independentista y partidaria de indultos y amnistías.

Falso de toda falsedad, por mucho que se empeñe la derecha política y mediática en este relato interesado.

¿Y ahora?

Ahora, a trabajar más y mejor. Más Gobierno y más PSOE. Más impulso a la labor del Gobierno en favor de los buenos empleos, la ampliación de derechos y la mejora de la convivencia. Y más fortalecimiento de la organización socialista, en el centro y en cada territorio. Porque hacer partido es hacer oportunidades para acceder a las instituciones y mejorar la vida de la gente.

Recordemos, no obstante, que el aumento o la disminución de los apoyos electorales depende menos de vistosas estrategias de comunicación que de auténticas razones para el voto. Se vota a quien vas a confiar razonablemente tu futuro y el de tu familia. Y aquí, la socialdemocracia es imbatible.

Solo la socialdemocracia unifica los cuatro pilares con los que afrontar con confianza los desafíos globales de hoy y de mañana: la voluntad modernizadora, la garantía de la justicia social, el respeto a la pluralidad social y territorial, y el compromiso de la democracia mejorada. Solo con estos cuatro pilares podrán levantarse y sostenerse las grandes transformaciones globales del ecologismo, la digitalización y el feminismo.

La derecha aspira al poder de la mano de los ultras y el atajo del populismo, cada vez más a las claras. El negacionismo ante el avance científico, ante el cambio climático y ante la discriminación de la mujer, le inhabilita para liderar los cambios inevitables.

El PSOE tiene muchas razones para confiar en el futuro. Tiene una historia legítima, principios firmes, resistencia demostrada

El nacionalismo mantiene postulados que van contra el tiempo y el progreso. Defienden fronteras, autodeterminaciones y soberanías divisivas, cuando el futuro demanda espacios públicos cada vez más amplios para afrontar desafíos globales como las relaciones pacíficas entre los pueblos, como las migraciones seguras, como la sostenibilidad ambiental, como el comercio justo, como el combate a la elusión fiscal y la falta de responsabilidad de las multinacionales…

El PSOE tiene muchas razones para confiar en el futuro. Tiene una historia legítima, principios firmes, resistencia demostrada, resiliencia ejercida tanto por virtud como por necesidad, una militancia con coraza, a prueba de éxitos y de fracasos, de parabienes y de paramales, hasta de insultos, asaltos y rezos ante nuestras sedes, hasta incluso de cosas peores, mucho peores…

Por eso, que nos hablen de derrumbes y lutos tras un mal domingo electoral, pues no nos impresiona mucho, la verdad.


(Posdata: esta campaña gallega ha servido, entre otras cosas, para conocer que Feijóo estudió la amnistía a los independentistas catalanes, que ve viable su indulto en determinadas condiciones y que no, que no hubo terrorismo en el procés. Será útil).

Trabajar más y mejor, sí; flagelos, no