viernes. 19.04.2024

No resulta ninguna novedad advertir que un estudio crítico y riguroso de los Evangelios aporta sobrados fundamentos para sostener que Jesús de Nazaret fue detenido y procesado por la autoridad romana cuando aspiraba, con los suyos, a un golpe de mano contra el imperio. Por ello, señalan autores como José Montserrat en El galileo armado, fue finalmente condenado a morsaggravata; esto es, a morir en la cruz; pena reservada a los delitos de sedición y rebelión armada. Santiago, uno de los hermanos de Jesús, continuador de su revolucionario mensaje, sería de igual modo ejecutado el año 62 por idéntico motivo.

Qué duda cabe que sin una lectura ideológica no es posible desvelar el sentido de la historia. Cabría, en efecto, preguntarse, más allá de los acontecimientos salvíficos, cuál era la ideología de Jesús; cómo serían los mítines políticos de aquel rebelde nimbado de mesianismo que apelaba a la insurrección de los indignados. Pero sabido es que quien busca la verdad corre el riesgo de encontrarla. Ese es, acaso, el problema de algunos en el ámbito de la justificación de sus creencias. Cualquier lector no metafísico con un mínimo espíritu crítico podría recrear las arengas del Nazareno. Espectáculo acaso no demasiado edificante a ojos de algunos:

“Bienaventurados los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los que padecen persecuciones, porque de ellos será el reino de los cielos” (Mt. 5); "Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres" (Mc. 1, 17); "No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no he venido a poner paz sino espada” (Mt. 10, 34); “¿Veis todo esto? No ha de quedar aquí piedra sobre piedra que no sea demolida” (Mt. 24); “En verdad os digo que difícilmente entra un rico en el reino de los cielos; que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos" (Mt. 19, 23), pues "no es posible servir a Dios y a las riquezas” (Mt. 6); “¡Ay de vosotros, ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros; los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis!” (Lc. 6, 24); "No ha de pasar más de una generación antes de que todo esto se cumpla" (Mt. 24, 34); "Los últimos serán los primeros y muchos primeros serán los últimos" (Mc. 10, 31); “Quien tenga dos túnicas, dé una al que no la tenga, y el que tenga alimentos haga lo mismo" (Lc. 3, 11); "Y ahora, el que tenga bolsa, tómela, e igualmente las alforjas, y el que no la tenga, venda su manto y compre una espada. Porque os digo que ha de cumplirse en mí esta Escritura: “Fue contado entre los malhechores!” (Lc. 22, 36); "Bienaventurados aquellos que no se escandalicen de mi" (Mt. 11, 6).

En textos como Ideología e Historia; La formación del cristianismo como fenómeno ideológico o El Evangelio de Marcos, Gonzalo Puente Ojea fundamenta cómo Jesús de Nazaret apelaba, en definitiva, a la rebelión contra el imperio anunciando el establecimiento del reino mesiánico en Jerusalén en virtud de las promesas míticas de la antigua iglesia judaica que desaparecería tras la guerra judía (70 d.c). El mérito de Pablo, con carta de ciudadanía romana –al punto que cuando los judíos quieren detenerlo, apela al Cesar y dos cohortes romanas se movilizan inmediatamente en su protección–, radicaría en espiritualizar el fiasco revolucionario judaico. Si el de Tarso lanzaba una ideología de carácter universal, de tipo pacifista y prerromana, la tradición mesiánica de Jesús fue justamente la contraria: rebelión contra el imperio y el establecimiento del reino judío en Jerusalén en virtud de la tradición veterotestamentaria.

El papa Francisco, voz de Cristo en la tierra, viene de realizar unas declaraciones en las que muestra su apoyo a un ingreso mínimo vital que pueda acaso mitigar el sufrimiento de los mansos, de quienes lloran y tienen hambre y sed de justicia. En rueda de prensa parlamentaria, una de las primeras reacciones respecto al mensaje del papa, ha sido la de Santi; dice el del caballo que "no comparte las opiniones del ciudadano Bergoglio" y que “a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar”. ¿Aspirará a emular a Jesús? Ya señalaba Madariaga en su España, que “el Estado español fue una iglesia, pero no fue la Iglesia. España fue el soldado de Dios, pero no permitió nunca que el papa definiese sus deberes”.

 Abascal posaba recientemente en su mesa de trabajo, si así puede llamarse. Sobre ella, un Cristo redentor, una bandera de España, tres mapas peninsulares y una lata de pimentón. "Temed al hombre de un sólo libro o de una sola idea" decía un escritor

El ciudadano Bergoglio y el del caballo