viernes. 29.03.2024
juez

Parece que algunos jueces se han lanzado a la pasarela de la moda de politizar la justicia. Y parece que lo hacen de manera demasiado coincidente con los intentos “civiles” -y en algún caso no tan civil- de lanzar oleadas encaminadas a desgastar o a derribar al Gobierno.

Comenzó la jueza Rodríguez Medel, con un arriesgado ejercicio de montar un caso a partir de un falso e impresentable “informe” de unos “investigadores” de la Guardia Civil, construido con recortes de determinada prensa y con tergiversación de la declaración de diferentes testigos. Y parecía desfilar al son de determinados intentos de desestabilización en el ámbito de la cúpula de la Guardia Civil. Justo en el momento en el que se estaban produciendo las embestidas de lo que podríamos llamar “operación Núñez de Balboa” (y que me perdone mi paisano el explorador, porque él tenía más sentido común, más lógica, y más épica, que estos revolucionarios de “acera bien”). Una casualidad, tal vez, pero demasiado significativa.

La jueza cayó de la pasarela gracias a su paso jurídico desgarbado y demasiado previsible. Pero aguantó el tipo hasta lograr el paseíllo por la puerta de los juzgados del delegado de gobierno de Madrid. Sobreseyó después de que un cierto “daño de telediario” ya estaba hecho. No podía llegar más lejos con unos recortes de periódicos y sin pruebas.

Ahora asistimos a un alucinante espectáculo en el juzgado que preside el juez Juan José Escalonilla. Da lo mismo que la causa sea contra Podemos, o que lo fuera contra cualquier particular. Pero nos encontramos con un juez que imputa a unas personas y a un grupo político en base a unas delaciones promovidas por un abogado que declara abiertamente que su denuncia se basa en meros rumores. Rumores en los que un juez -con un más que dudoso ojo clínico- encuentra indicios de delitos…

Habría que echarse a temblar porque no sabemos muy bien si hay jueces que viven en una burbuja, demasiado alejados de la realidad social, o si por el contrario, andan demasiado arrimados a determinadas tendencias dentro de la sociedad

Si fuera un juez cualquiera, ya nos parecería muy extraño su proceder, y nos haría temer por el hecho de que se podría estar fomentando un precedente de indefensión, o de hasta arbitrariedad inquisitorial, por el solo hecho de que se pueda imputar a alguien por delaciones basadas en rumores y no en pruebas o aportación de datos fundados.

Pero es que el tal Escalonilla no es un juez cualquiera, ni su proceder ha seguido unos pasos normales. Es un juez con antecedentes: en 2018 archivó una causa que partía de amenazas de muerte y de incitación al odio contra la entonces alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena: amenazas que se habían producido en un chat con bastantes participantes (por tanto público) entre policías municipales de Madrid… Y en la “causa” actual acepta que Vox comparezca como acusación particular, eximiéndola de depositar la preceptiva fianza para este cometido. Y puesto ya a subrayar su cada vez más clara tendencia, en lugar de encargar la investigación (ojo: una más que discutible investigación en base a lo que el propio denunciante califica de meros rumores) a la UDEF, se la encomienda a un amigo de Cosidó, uno de los creadores de la “policía patriótica”.

Todo ello coincidiendo con un nuevo intento de embestidas mediática y callejera, con el anuncio de la moción de censura de Vox sobre la mesa, y con un nuevo bullicio de movilización de los sectores más ultra contra el presidente de Gobierno, y en pro de su dimisión.

A cualquier ciudadano que contemple este desfile (o tal vez lanzamiento al ruedo: dada la orientación, casi podría ser esto) de jueces actuando con ni siquiera indicios pendientes de un hilo, lo que le puede llevar es a temer una flagrante amenaza de indefensión ante la potestad jurisdiccional de cualquier juez que decida escuchar a delatores sin pruebas ni datos fehacientes. Y esto no es nada bueno para el Estado de Derecho.

Ante determinados comportamientos, habría que echarse a temblar porque no sabemos muy bien si hay jueces que viven en una burbuja, demasiado alejados de la realidad social, o si por el contrario, andan demasiado arrimados a determinadas tendencias dentro de la sociedad. Y ambas opciones son nefastas para la seguridad jurídica de la ciudadanía y para la estabilidad institucional de algo tan serio como la Justicia.

Y para completar el desfile, aparece el despliegue de un muestrario de sentencias diversas, de interpretaciones divergentes, según el juez de turno, emitidas en relación con las similares medidas de aseguramiento contra el Covid-19 adoptadas por parte de diferentes Administraciones.

El desfile de los jueces