sábado. 20.04.2024
relax

Esta crisis sanitaria que atravesamos, pone a prueba nuestra paciencia al obligarnos a permanecer en nuestras casas y alterar lo que, hasta ahora, era el modelo de convivencia de nuestra unidad familiar. Nuestras rutinas se han interrumpido de la noche a la mañana, y es posible que conforme transcurran los días, muchos corran el peligro de sumirse en un pasivo tedio si no son capaces de reaccionar ante la monotonía y el aburrimiento. 

Ayer me telefoneó una amiga mayor, vive sola, y me dijo que llevaba cuatro días en pijama sin salir de casa. Yo le respondí que era un gran error. ¿Un error estar en casa -me dijo ella-, si es obligado por el virus? ¡No! -le dije- el error es que estés cuatro días vestida con un pijama y no lleves una vida más normal dentro de lo anormal de la situación de confinamiento que nos toca soportar.

Buscad un aliciente en cada día. Aprovechad para leer, escuchar música, hacer ejercicio en casa, jugar con los niños, conversar, expresar los sentimientos y poner en marcha todas esas actividades que no será posible llevar a la práctica si nos dejamos vencer por el tedio y la monotonía

Porque -y tomad buena nota- no podemos permitir que la cuarentena (que tal vez será más larga de lo que inicialmente creímos) se convierta en un castigo, o en una espera pasiva, monótona y tediosa. Hay que buscarle alicientes a esta forzada situación que nos toca vivir, porque si no se apoderará de nosotros la desgana y seremos víctimas de la ansiedad -que es normal sentir en esta situación- y también candidatos a la depresión y a las secuelas psicológicas que suelen aparecer tras un confinamiento (como por ejemplo el estrés postraumático o las fobias), estigmas que a veces llegan a duran meses o años después de haberse normalizado la situación. 

Consideremos que durante estos días, muchos vais a tener la oportunidad de conectar con más frecuencia con vuestro hijos, y podréis hacerlo de un modo que sólo es posible en vacaciones o en los fines de semana.

La dinámica y la comunicación familiar cobra estos días un valor indispensable, por ello hay que poner medidas para no cansarnos los unos de los otros. Será indispensable aportar ideas que establezcan una organización para que cada día de cuarentena no se parezca en nada al anterior, pues conforme pase el tiempo todo será más duro de llevar si no se ponen medios.

Permanecer aislados durante dos o, muy probablemente más semanas, podría provocar consecuencias tanto físicas (por el sedentarismo y la inmovilidad), como también psicológicas que por lo general no serán graves ni permanentes, pero sí molestas durante el período de encierro en función de la actitud que adopte de cada cual.

Es conveniente informar a los niños de lo que ocurre (a los dos y medio o tres años están ya preparados para entenderlo), y hacerlo en un lenguaje comprensible para ellos. Explicarles, como fuera un juego en él que deben colaborar,  el porqué de una situación tan nueva para ellos y para nosotros. 

Deberéis organizar entre todos vuestro tiempo, inventar y asumir nuevas rutinas domésticas, crear una agenda de diversiones y de responsabilidades, tanto en los horarios de levantarse y acostarse, como de higiene, vestimenta (nada de ir en pijama porque no se va a salir a la calle), orden, limpieza, tareas escolares, y también, por supuesto, juegos, películas, cuentos… intentando llegar a acuerdos con los más pequeños para que se impliquen. 

En lo referente a los adultos, es necesario que seamos capaces de expresar nuestras emociones, que estemos informados de la situación a través de los medios de comunicación, que nos relacionemos con nuestros familiares y amigos a través del teléfono o de las redes sociales, pero siempre sin que el miedo se apodere de nosotros y evitando que el coronavirus se convierta en una constante monotemática.

Tengamos en cuenta que los más pequeños están siempre pendientes de nuestra actitud, y sería muy fácil contagiarles nuestro miedos. Es por ello que cuando surja el tema deberemos adoptar actitudes serenas y conversar tranquilos y sin quejas ni exabruptos que puedan generar pesadillas para los niños.

Hay que partir de la premisa que estar en cuarentena es estar en la cárcel, o al menos deberemos hacer lo posible para que no lo parezca. De hecho, muchos trabajadores (por ejemplo los sanitarios y quienes prestan servicios públicos) siguen saliendo de su hogar todos los días. Otros cumplen unas jornadas de trabajo especiales por vía telemática que llevan a cabo en sus domicilios. Sin embargo, hay un tercer grupo sobre el que recae el mayor de los riesgos psicológicos, y son quienes forzosamente tienen que parar de trabajar, bien por ser autónomos o bien porque sus centros de trabajo han cerrado las puertas hasta que pase la crisis. 

Este ultimo grupo es el mas vulnerable de sufrir secuelas psicológicas durante y después del confinamiento, sobre todo por la repercusión económica que les supone. Es a ellos a quien ahora me dirijo para recordarles que eviten convertir la cuarentena en algo peor de lo que es, a fin de evitar secuelas psicológicas. Esto no es una crisis con visos de quedarse permanentemente, sino sólo un paréntesis epidemiológico que seguramente este verano será sñolo un recuerdo reciente y nos permitirá retomar la libertad, el trabajo y la seguridad económica que los más pesimistas dan hoy por perdidas

Buscad un aliciente en cada día. Aprovechad para leer, escuchar música, hacer ejercicio en casa, jugar con los niños, conversar, expresar los sentimientos y poner en marcha todas esas actividades que no será posible llevar a la práctica si nos dejamos vencer por el tedio, la monotonía, el desconsuelo, el fatalismo y en suma el miedo.

Aunque aun nos quede por pasar lo peor en la evolución de la transmisión del coronavirus, vamos a confiar en que esto acabará más tarde o mas temprano, y acabará bien

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