viernes. 19.04.2024
navantia

El entramado de la industria europea de defensa consta de 25 empresas entre las 100 principales del mundo. Sólo con esta cifra, y teniendo en cuenta el abrumador peso global de la industria militar de EEUU, podemos concluir que no somos una potencia pacífica. El hecho de que entre las 10 primeras empresas militares haya 4 europeas (25%) corrobora el juicio.

De estas 25 empresas europeas de la industria militar sólo dos anuncian pérdidas: la número 42 del mundo, la francesa CEA, dedicada a la energía atómica y que con ventas de 2.020 millones de dólares anuncia pérdidas de 83 millones de dólares (un 4’1%); y la española Navantia, número 98 del mundo y que con unas ventas de 710 millones de dólares anuncia pérdidas de 336 millones de dólares. Es sólo un dato, pero nos sugiere, sin arriesgar mucho, que nuestra industria de defensa patria está muy mal gestionada, a pesar de los constantes apoyos (subvenciones, en ocasiones a fondo perdido) de los gobiernos y a apoyos impropios (Kichi en Cádiz, por ejemplo).

Las grandes empresas de la industria militar europea son:

  • 2 empresas transeuropeas: AIRBUS, 7ª mundial y MBDA 25 mundial
  • 8 inglesas:  BAE, 4ª;  Rolls-Royce, 16;  Babcock Int. G, 18;  Cobham, 57;  Serco, 58;  GKN, 68;  Meggit, 80;  Ultra Electronics, 97.
  • 6 francesas:  Thales, 10ª;  DCNS, 23;  Safran, 33;  CEA, 42;  Dassault Aviation Gr., 60;  Nextor, 82.
  • 3 alemanas:  Rheinmetall, 26;  ThyssenKrupp, 47;  Krauss-Maffei-Wegman, 78.
  • 2 italianas:  Leonardo, 9ª;  Ficantieri, 54.
  • 1 polaca:  PZG, 75.
  • 1 noruega:  Kongsber Gr., 94.
  • 1 española:  Navantia, 98.

Pero los pequeños productores de armamento europeos se estiman en torno a 1.350 con una facturación de 36.000 millones de € en 2013.

Por nuestra parte, España supone el 4’8% de la facturación europea, el 4’84% de la mano de obra y 4.900 millones de € facturados en 2015, cuando en 2007 no llegaban a 933 millones de €.  Como se ve, la última década deja clara nuestra apuesta por la fabricación y venta de armas.

Grosso modo, la estrategia de las naciones europeas ha consistido en fomentar la existencia de campeones militares nacionales, lo cual les ha llevado a:

  • situaciones monopolistas con los vicios que ello conlleva
  • reducción de competitividad
  • que las empresas no asumen riesgos financieros, obligando a asumirlos a los Estados
  • las empresas no muestran preferencia especial por proveedores europeos
  • las empresas suelen tener como clientes prioritarios, en muchas ocasiones exclusivos, a los propios gobiernos, con lo que las diferencias entre empresas y gobiernos a veces, demasiadas, es inexistente
  • los Estados, España, por ejemplo, deben asumir gestiones y/o gastos de muy baja calidad sin penalizar a las empresas porque, en definitiva, deberían acabar pagando los propios gobiernos

Todas estas características desastrosas implican la existencia de un círculo vicioso política y económicamente:

  1. un país mediano-pequeño, como es España tiene un presupuesto de Defensa en consonancia
  2. al ser el Estado el inversor mayoritario en la un altísimo porcentaje de la industria militar, el presupuesto destinado a la industria militar no puede ser muy elevado
  3. dichas inversiones escasas (comparadas con otras grandes potencias militares y económicas) en la industria militar provocan que los avances tecnológicos que se obtienen sean escasos
  4. todo ello causa que la obsolescencia de los productos industriales militares españoles (aunque también los de la industria militar mundial) tengan un periodo de obsolescencia muy corto comparado con el larguísimo ciclo de planeamiento, desarrollo y pruebas de cualquier armamento
  5. el resultado final es que la rentabilidad de la industria militar para cualquier país, y sobre todo para un país como el nuestro, es muy baja.

Ante esta realidad innegable, hay dos opciones.  La primera, la más lógica y saludable para las arcas españolas sería abandonar los múltiples esfuerzos que se hacen en la industria militar y dedicar las inversiones a sectores más útiles y rentables socialmente (sanidad, educación, medioambiente, etc). La segunda, la preferida por los gobiernos españoles del PP y del PSOE ha sido hundirnos más en el fango completando y profundizando en el círculo vicioso anterior:

  1. los gobiernos optan por la reinversión en armamento nacional intentando promover campeones nacionales en los diversos sectores que sean capaces de competir internacionalmente en lograr ventas y compradores para sus productos
  2. los gobiernos asumen las pérdidas millonarias de la industria militar patria lo cual aumenta la deuda y el déficit del Estado, empobreciendo a tod@s l@s español@s
  3. los gobiernos tratan de ocultar los problemas sistémicos que provoca un solo sector (el militar) en toda la economía estatal mediante cuatro procedimientos que buscan ocultar el gasto militar desproporcionado:
    • situando una gran parte del gasto militar en partidas ajenas al Ministerio de Defensa
    • utilizando los préstamos a interés 0 en adelantos a la industria militar por parte de ministerios que no son el de Defensa para encubrir el sobregasto militar
    • diseñando ciclos de inversiones militares que se prolongan durante décadas y que son aprobadas por gobiernos y políticos que ya no estarán ni en el poder, ni en la vida política, en ocasiones, cuando se tengan que llevar a cabo los pagos.  Es decir, promoviendo la no asunción política de responsabilidades y la mala gestión
    • ocultar el gasto militar desproporcionado entre soflamas nacionalistas a rebosar de peligros inexistentes en el ámbito internacional para nuestra seguridad y desarrollo

Todo este círculo vicioso ha acabado formando una burbuja financiera militar que gangrena los presupuestos nacionales en su conjunto:

  • aumentando el déficit anual
  • aumentando la deuda (que ya supera el 100% del PIB)
  • detrayendo dinero para inversiones socialmente útiles
  • secuestrando mano de obra para producir armas que no dan bienestar social y sí aumentan la inestabilidad internacional y el peligro de atentados en España
  • secuestrando el futuro económico de amplias zonas de nuestro país (Cádiz, Cartagena, Ferrol, Getafe, …)
  • promoviendo una política internacional generadora de conflictos y guerras para poder vender el armamento, es decir, convirtiéndonos en un Estado agresor a ojos extranjeros.

Esta situación se ha ido prolongando y agravando desde hace décadas y la burbuja financiera militar ya no es sólo un problema militar sino que se ha convertido en un problema estatal que provoca gastos inútiles como que las corbetas que fabrica la deficitaria Navantia tengan que desplazarse a Australia para ser un escaparate con el que vender nuevas corbetas y recuperar parte de la inversión. Pero si las corbetas están en las costas australianas será porque no eran necesarias para la defensa de nuestras costas (o bien se está mermando nuestra seguridad o bien las corbetas eran innecesarias).

La única salida, teórica, es la exportación. Pero a ella nos enfrentamos en desventaja porque otros países mayores tienen más que ofrecer por la propia lógica del sistema de la industria militar antedicha. Además, como el mercado internacional de armas entre los Estados y sus empresas campeonas presenta una durísima competencia, el gobierno “se ve obligado” a sucios ardides como recurrir a las exportaciones ilegales y/o ilegítimas a países en guerra o que no respetan los derechos humanos;  a asumir financiar sobrecostes por exigencias de los clientes internacionales para adaptar cada tipo de armas a sus necesidades;  a asumir sobrecostes producidor por cobrar con mucho retraso mediante pagos a créditos y/o a largo plazo;  a asumir bajar sus beneficios con las transacciones de armamento debido a que los países compradores exigen tasas de retorno económicas y tecnológicas por sus compras.

En definitiva, la industria militar nos enseña con sus círculos viciosos y sus políticas nacionalistas y violentas que es generadora de pobreza interna y de guerras en el exterior.

Los círculos viciosos de la industria militar