sábado. 27.04.2024
Ana Pastor y Vicente Vallés (Atresmedia)
Ana Pastor y Vicente Vallés (Atresmedia)

No trato de hacer una acusación sino una reflexión pero, con dolo o sin él, Atresmedia perdió el debate porque hurtó a los ciudadanos la posibilidad de acceder a la verdad.

No es posible concebir la democracia sin una ciudadanía informada. Muchos creen que esto que se ha dado en llamar “posverdad” consiste en la proliferación de “fake news”, mentiras y engaños, pienso, sin embargo, que de eso ha habido siempre, que la cosa ahora es mucho más sofisticada, lo que caracteriza el tiempo de la posmodernidad que no es otro que el tiempo del neoliberalismo, es el hecho de que la verdad no importa, todo puede decirse, todo vale, la información y la opinión son equivalentes porque la “realidad sentida” sustituye a la realidad misma, la liquidez de las ideas sustituye a la fuerza de los hechos. Esta cuestión ocupa el centro mismo del debate acerca de la función de los medios en una sociedad democrática: no se trata de un debate acerca de la libertad de expresión de los periodistas (que esa, como la de cualquier persona, está garantizada) sino de la obligación de los medios de comunicación de informar verazmente como condición necesaria de la democracia misma. ¿Qué capacidad tiene la ciudadanía de tomar decisiones, de participar políticamente, si duda (con razón) de la verdad de las informaciones que recibe? Sin poder recurrir a la consideración de los hechos sobre los que se construye toda acción política, el juego político que reducido a simpatías y antipatías, a dogmatismos, a fenómenos más parecidos a los hinchas del futbol que otra cosa y, con la pérdida del debate sobre hechos y propuestas brotan los insultos, los enfrentamientos broncos, cada vez más cerca de la violencia y del matonismo, fenómenos que nos recuerdan momentos de nuestra historia que parecían ya lejanos en el tiempo.

La pasividad de los moderadores ante lo absolutamente inaceptable privó a la ciudadanía de la oportunidad de contrastar críticas y propuestas

No cabe sorprenderse del matonismo de los políticos de la extrema derecha, de sus propuestas delirantes y anticonstitucionales, de los negacionismos criminales, si el jefe del Partido Popular, autodenominado centrista y moderado, miente sin pudor, se ríe conforme lo hace y adopta actitudes inaceptables en términos democráticos ante la mirada condescendiente de los conductores del debate. Ana Pastor se pregunta si debería haber hecho alguna acotación ante las evidentes mentiras de Feijóo… pues sí, señora, debería haber acotado las mentiras flagrantes porque hacerlo es una obligación democrática. Debería haberlo hecho porque, precisamente por no hacerlo se eliminó la posibilidad de un debate político real. La pasividad de los moderadores ante lo absolutamente inaceptable privó a la ciudadanía de la oportunidad de contrastar críticas y propuestas. Dicho con claridad: no hubo debate sino una retahíla de mentiras y acusaciones falsas que impidieron a Pedro Sánchez rebatir argumentos puesto que no los había y le condujeron a la necesidad de negar las afirmaciones delirantes de un Feijóo convertido, como la presidenta madrileña, en una marioneta del Goebbels del PP: Miguel Ángel Rodríguez.

Y sí, es cierto que al Presidente Sánchez le pilló por sorpresa la diatriba de su oponente, la agresividad exhibida y ese cinismo infinito desplegado por Feijóo que superó los modos a que nos tiene acostumbrados la derecha, que ya es decir. Le pilló por sorpresa porque el discurso de Feijóo no puede causar sino estupor en una persona decente. A Sánchez le tocó defender su gestión y hacer sus propuestas, para lo que estaba allí pero también le tocó tratar de racionalizar el debate, de garantizar la objetividad, etc. que es lo que los moderadores deberían haber garantizado.

Pedro Sánchez defendió bien su gestión, razones no le faltan para sacar pecho, hizo sus propuestas y falló en la misión de moderar el debate, precisamente la misión que correspondía a otros. Atresmedia se ausentó de su obligación de asegurar la verdad y el juego limpio: perdió el debate, o mejor, arruinó la posibilidad de un verdadero debate.

Atresmedia se ausentó de su obligación de asegurar la verdad y el juego limpio: perdió el debate, o mejor, arruinó la posibilidad de un verdadero debate

No voy a hacer aquí un repaso de las mentiras del líder del PP, ya se han vertido estos días ríos de tinta sobre ellas y fueron tan evidentes que no merece la pena enumerarlas pero hay una que ha pasado desapercibida y que me parece especialmente importante porque sirvió de justificación al número circense (no sé si de malabaristas o de payasos) de la firma del “contrato” de apoyo a la lista más votada y es la posición del presidente González, aireada de forma falsaria por todos los medios de la derecha. Felipe González ha dicho y yo lo comparto “Busquemos soluciones en las que la lista más votada sea aceptable cuando no haya otra opción.” Eso es todo. Apoyar a la lista más votada es para González un mal menor antes de llegar a un bloqueo institucional.

Estamos en un sistema parlamentario y el Presidente del Gobierno se elige en el Parlamento y, por tanto presidirá el Gobierno el candidato que concite mayores apoyos en el Parlamento. La cuestión de los pactos posibles, las abstenciones, etc. solo puede dirimirse una vez que exista un resultado electoral real y se produzcan los contactos entre fuerzas políticas para una investidura. No sé si en el PSOE habrá un acuerdo acerca de los resultados de ese proceso y de las decisiones que se adopten pero, hoy por hoy, hay acuerdo porque no puede ser de otro modo, en que de pactos se habla tras las elecciones y no antes. Lo demás es demagogia de la más barata.

Como se ve, todo un montaje efectista, un planteamiento simplista, populista en estado puro, probablemente eficaz en cuanto dañino, basado en una mentira una vez más. Conviene señalarlo.

He escuchado las declaraciones de Ana Pastor acerca de sus reflexiones posteriores al debate, la dificultad que tiene interrumpir para pedir aclaraciones o contradecir a un candidato pero creo que se equivocaron, comprendiendo la dificultad de la situación. No trato de hacer una acusación sino una reflexión pero, con dolo o sin él, Atresmedia perdió el debate porque hurtó a los ciudadanos la posibilidad de acceder a la verdad.

Atresmedia perdió el debate