sábado. 20.04.2024
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Friedrich Nietzsche

Para comprender una de las características básicas del enfoque existencial, es necesario aclarar que es un enfoque dinámico, es decir que dentro del ser humano hay una serie de fuerzas en conflicto, y que pensamientos, emociones y conductas son fruto de estas fuerzas en conflicto. Y cual son estas fuerzas en conflicto?. Para el paradigma existencial hay cuatro conflictos básicos: la libertad/responsabilidad, el aislamiento, la carencia de sentido vital y la muerte. Analizaremos uno a uno estos conflictos en el contexto de la pandemia COVID-19

En este artículo vamos a analizar cómo ha afectado a nuestra libertad/responsabilidad  esta pandemia. En próximos artículos iremos viendo la relación entre los otros tres conflictos básicos de la existencia y la pandemia COVID 19.

El concepto de libertad a lo largo de la historia ha desencadenado enconados debates y desacuerdos notables. Cojamos la definición de libertad como aquello que hace que el individuo pueda desear, elegir, actuar, y lo que es más importante para él tener la capacidad para poder hacer un cambio en cualquiera de los aspectos de su vida, basado en la toma de elecciones.

Hay un primer nivel básico, la restricción de libertad física en esta pandemia, el confinamiento. Este es incómodo, temporal y posiblemente se convierta en una anécdota para contar nuestros nietos a sus nietos. Pero la pérdida de libertad interior de pensamiento, de control, de pérdida de nuestra identidad de persona o de pueblo por la globalización, y sobre todo, que se resienta la responsabilidad; esta le da sentido y seguridad a nuestra existencia. Heidegger y después Sartre desarrollaron el significado de la responsabilidad en el individuo. 

Que ocurre cuando en una situación vital, como esta pandemia que padecemos, si  se altera este binomio de libertad/responsabilidad y aparece un conflicto existencial. Como se manifiesta esto a nivel de conducta?. 

Básicamente en estas situaciones de conflictos graves, como las pandemias, se produce un desplazamiento de la responsabilidad individual hacia otras personas o instituciones. En su grado extremo hay individuos que niegan su responsabilidad individual y colectiva, por creer que son víctimas inocentes de los acontecimientos que otros han desencadenado, en este caso atribuir por ejemplo, todos los males de este proceso infeccioso a la mala gestión del gobierno. En esta negación de la responsabilidad estamos viendo pasear por las calles españolas en la fase 0 a muchas personas que no cumplen las exigencias del Ministerio de Sanidad para la protección personal y colectiva, con además un gesto en su cara de fatua felicidad, en donde una aparente recuperación de la libertad, debilita la responsabilidad ante esta demoledora situación.

Otro aspecto fundamental en relación al binomio libertad/responsabilidad, es que hay otra forma de evitar la responsabilidad. Algunas personas entran en algo parecido a una fase de irresponsabilidad temporal, donde pasan de un comportamiento adecuado, a una conducta irresponsable, porque creen que no tienen que dar explicaciones de su conducta ni a la sociedad ni a ellos mismos. Es una fase de omnipotencia, que suele ser un mecanismo de defensa, inadecuado, para soportar la inmensa angustia que les produce la incertidumbre de la situación.

Hay casos sorprendentes en que aquellos sujetos que pueden tener una mínima conciencia de sus actos irresponsables, como los que he descrito antes, y sin embargo se niegan a cambiar su conducta en aras de una falsa pérdida de planteamientos de principios. Esto debería interpretarse desde el punto de vista dinámico existencial, como una negación a reconocer su estado de angustia por la situación que está viviendo en esta infección, por el enemigo coronavirus.

Otro aspecto a resaltar es la alteración en la relación de la voluntad y la responsabilidad. La voluntad es una facultad psicológica, que muestra la fuerza del yo para dirigir y mantener la línea de nuestras conductas hacia el cumplimiento de un objetivo. En principio quiero resaltar, que cuando una persona se enfrenta a una situación del calibre de la que estamos hablando, y toma una elección consciente, se está enfrentado a su responsabilidad. Como decía Sartre, la vida de un individuo está marcada por sus elecciones. Si alguien se siente asustado por sus propias elecciones tiende a transferir a otras personas o instituciones, sus propias elecciones, con una clara pérdida de una de las funciones psíquicas más propiamente humana, la voluntad. Este es un echo evidente al que estamos asistiendo en esta pandemia. Sobre todo, observamos una parálisis en muchos individuos, en este momento evolutivo de la pandemia, de su capacidad de tomar elecciones, esperando que el paternal Estado las tome por ellos, sin tener un criterio crítico, aunque sean de obligado cumplimiento. Lo cual   lleva  a estas personas a un estado de indefensión aprendida. En este sentido ese individuo se queja de su situación vital, sin pararse a pensar en que ha hecho él para llegar a esa situación, que es la máxima expresión de ese aprendizaje de indefensión aprendida, que en su día desarrolló Seligman, en los años sesenta del siglo pasado, en la Universidad de Pensilvania, y que definió como una conducta aprendida en la que el sujeto se comporta de una forma pasiva, con la sensación subjetiva de no poder hacer nada para cambiar una determinada situación.

Para terminar con esta aproximación a la alteración de la libertad y responsabilidad en determinados individuos, en la experiencia posiblemente más impactante que ha vivido la sociedad occidental, después de la segunda guerra mundial, voy a parafrasear a Nietzsche: “Un hombre que se cree absolutamente libre, sería a nivel emocional  absolutamente idiota”.

Análisis existencial de la pandemia Covid19 (I)