sábado. 27.04.2024

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Ainhoa Mela | @ainhoacriticas

Francia, 1975. Tras una primera sentencia que le declaraba culpable del robo a varios establecimientos y del asesinato de dos farmacéuticas, Pierre Goldman, activista de izquierdas, consigue con el apoyo de un movimiento popular en torno a su figura, la anulación de su sentencia y la repetición del juicio.

Hasta esa fecha, la vida de Pierre Goldman no había estado exenta de épica. Hijo de padres activistas que participaron en la resistencia contra la ocupación nazi, Goldman pronto comenzó con su activismo político y con una carrera que le condujo a la delincuencia. Afiliado desde su adolescencia al partido comunista, en medio de las revueltas del 68 Pierre Goldman se marcha a Venezuela a luchar junto a las guerrillas. Frustrado por su fracaso guerrillero, el activista francés regresó a su país de origen donde los atracos a mano armada se sucedieron hasta que la acusación del asesinato de dos mujeres en el robo de una farmacia le llevó a prisión. 

“El caso Goldman” trae a la pantalla grande la teatralización de un juicio que se mantiene con un guión sólido, complejo y lleno de matices y unas actuaciones dignas de un premio Cesar

Es en medio de un clima de crispación política y social en el que se celebró uno de los juicios más mediáticos de la Francia del siglo XX y que ahora recupera la película “El caso Goldman” donde los hechos y las pruebas se entremezclan con la ideología y la discriminación.

Huyendo del dinamismo que otorgan la sucesión de espacios y momentos para contar una historia, son las cuatro paredes de una sala de vista es el único escenario y el día de la vista el único suceso que recrea una película que, lejos de resultar pobre, tiene todos los elementos para despertar el interés de un espectador al que le costará parpadear durante las dos horas de metraje. 

Declaraciones de acusación, defensa y testigos se suceden en un guión que permite explicar y apreciar no sólo los hechos, las escasas pruebas y las dudas razonables que conducían a Pierre Goldman como culpable de dos asesinatos, sino también el movimiento que se erigió en torno a un hombre convertido en símbolo de la lucha contra el establishment.

Respetando esas dudas razonables que llevaron a la repetición del juicio, “El caso Goldman” lejos está de crear una imagen clara del hombre que da nombre al caso. Sin defenderlo ni acusarlo, la crónica de este litigio respeta la sombra de la duda que planeó sobre Goldman, dando muestra de que, en esta historia, tan importantes son los hechos como el contexto que los rodearon en una Francia convulsa.

Racismo contra un judío de origen polcado y la ideología política de un guerrillero que acabó convertido en un atracador, son los argumentos que esgrime el personaje de Pierre Goldman, encarnado por Arieh Worthalter, para clamar por su inocencia.

Con fuerza e intensidad el actor ofrece una interpretación magistral que ya le ha valido el premio Cesar de la Academia francesa a mejor actor y que se encuadra dentro de un elenco brillante en el que cada pieza de este puzle.

Desde la vehemencia del abogado defensor que hace las veces de antagonista de su representado, la emotividad del padre del acusado o el sentimiento de venganza del fiscal y algunos testigos, todas las emociones quedan representadas en la sala de una Francia que todavía vivía las secuelas de la revolución estudiantil de 1968. 

Con una estructura y una puesta en escena que recuerda a una obra de teatro si no fuese por unos inteligentes movimientos de cámara que rompe con la estaticidad, “El caso Goldman” trae a la pantalla grande la teatralización de un juicio que se mantiene con un guión sólido, complejo y lleno de matices y unas actuaciones dignas de un premio Cesar; una película histórica que habla de la presente sociedad, para la que la lucha contra el racismo y las diferencias ideológicas y sus encarnizadas contiendas siguen siendo de actualidad.

El caso Goldman: la teatralización de uno de los juicios más mediáticos de la Francia...